Puesto que al mismo tiempo tratamos de aprovechar el espacio para que quepan todas las actividades que realizan en su habitación, algunas camas son especialmente adecuadas para dormitorios adolescentes. Por ejemplo, las camas nido en las que gracias a unas ruedas estas se desplazan suavemente, permitiendo aprovechar mejor el espacio. Son especialmente prácticas si se trata de una habitación donde duermen dos hermanos o si es habitual que algún amigo/a o primo/a pase la noche en casa. Las camas con almacenaje debajo en forma de cajones son otra opción, muy útiles cuando nuestro hijo practica alguna actividad o deporte que requiere una equipación concreta y algo voluminosa: patines, palos de hockey, raquetas, balones… Todo eso puede recogerse rápidamente metiéndolo en un cajón amplio bajo la cama.
En cuanto a colchones y almohadas, no hay una recomendación única para todos los adolescentes, sino que cada uno debe adaptarse a las necesidades, la forma de dormir y preferencias de cada uno. Lo que sí habría que tener en cuenta, como decimos, es que sus necesidades ya son prácticamente idénticas a las de un adulto. Eso sí, el doctor Soto recuerda que las almohadas no deben utilizarse para “tapar” problemas: “Si nuestro hijo ronca mucho y la única forma de evitarlo es que use una almohada, debemos consultar a un especialista por si hay algún problema respiratorio”.
Una mesilla de noche que se sitúe junto a la cama es la mejor forma de que tengan a mano lo que necesiten: el despertador, las gafas, un libro… La máxima aquí es que tenga las cosas indispensables para evitar el caos.
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