Esto de los muebles necesarios en una habitación infantil es todo muy subjetivo. Para empezar, mi hija no necesitó habitación propia hasta los 2 años y hasta los 2 y medio no empezó a usarla con frecuencia, motivo por el que durante el embarazo, pese a ser primerizos, su decoración no era algo que nos quitara el sueño. Y bien que hicimos, porque justo nos mudamos de piso cuando ella tuvo esa edad, por lo que los muebles elegidos con anterioridad no nos hubieran encajado igual en su dormitorio actual. Con mi churumbelito hemos empezado a decorar antes. ¿Por qué? Aún me lo pregunto, ya que él no tiene ningún plan de dar por finalizado el colecho, ni la lactancia nocturna, ni dejar de explorar por el resto de habitaciones de la casa para ceñirse a jugar en sus poquitos metros propios. Sin embargo, durante las vacaciones de verano nos envalentonamos con las mejoras y reforma sin obras en el baño de casa, nos vinimos arriba y acabamos rediseñando el dormitorio del niño, fulminando el despacho que hacía las veces de trastero y habitación de invitados y creando un despacho-vestidor para cuando el chiquillo vaya al colegio y yo pueda trabajar otra vez en un lugar decente, no en el centro del comedor. El número de muebles necesarios en una habitación infantil ¿cuál es? Para mí ¡los menos posible! Porque tenemos pocos metros y con un niño que levanta pocos palmos del suelo ¿qué cosas creo que vamos a utilizar?
1. La cama
Vamos a empezar por lo básico del todo. Supongo que la aspiración mínima que tenemos al diseñar la habitación de los churumbeles ¡es que se vayan a dormir a ella! Como he contado anteriormente, el niño es bajito, muy bebé, la habitación diminuta y al final, tras darle muchas vueltas a lo monas que son las mini camitas de casitas, tipis y demás, he entrado en razón. No me caben a lo alto, por la forma en la que se abre la ventana y generalmente son estrechas como las cunas (si tenemos que acostarnos con ellos a dormir no hay quien quepa) o demasiado cortas para que puedan usarlas más allá de los 5 años. Pero yo no quería mantener la cama mastodóntica (o sea, una individual estándar de 90×190 cm.) ya que se comía más de media habitación. Así es que la mejor opción que hemos encontrado a un precio razonable es elegir una cama extensible, de estas de Ikea.
El modelo Sundvik empieza midiendo 1,30 metros, luego 1,60 y finalmente 2 metros. En estas primeras fases necesita un colchón especial, también extensible, pero cuando esté completamente desplegada podremos volver al maravilloso colchón viscoelástico que teníamos hasta ahora. Mientras tanto, lo guardamos para invitados. El niño sube y baja con facilidad y tiene unos rebordes que hacen la sveces de barrera de cama, por lo que en estas semanas no se ha caído ni una sola vez.
2. El armario. ¡Empotrado!
O pequeñito, si no hay más remedio que comprarlo. Nosotros nos hemos librado de este gasto, y aunque hay armarios infantiles de cuento ¡prefiero el dinero que me he ahorrado para invertir en otras cosas! Como el niño aún es pequeño, no reaprovecha casi nada de temporadas anteriores, le sobra espacio para dar y regalar con el armario empotrado que venía de serie con su dormitorio. Como sólo tenía baldas para colocar cosa, le hicimos una modificación low cost introduciendo una cajonera de Ikea, una barra para colgar a baja altura y más de la mitad sigue estando libre para guardar juguetes, otros trastos y cosas que pasarán al recuerdo. Por este motivo no vemos la necesidad de tener más espacio de almacenamiento suelto por la habitación. Todo va al armario, se cierran las puertas y el espacio queda vacío por completo. ¡Ay, es mucho más fácil de ordenar y visualmente es un descanso! Hasta parece un cuarto mayor, sin las estrecheces que teníamos antes.
3. La estantería Montessori
Que tampoco hemos comprado. Era la única estantería Billy con libros de adultos que nos quedaba en casa. La compré hace unos 10 años por 15 euros, y ahora no teníamos donde reubicarla. Así es que acordamos tumbarla en horizontal sobre el suelo, junto a la cama, de forma que pueda servir de espacio para tener juguetes a la altura del niño y recogidos en cajas y, a la vez, haga funciones de mesita de noche para apoyar el vaso de agua, o cualquier cosa que queramos tener a mano. Lo malo es que nuestras adoradas cajas Drona, que usamos por toda la casa, son demasiado grandes para esta estantería, así es que hemos tenido que buscar otras, tejidas y de cartón rígido, a las que aún no acabo de acostumbrarme, pero el niño no le echa cuentas a estas cosas y el espacio se ve con continuidad. También pintamos de blanco toda la pared con pintura ultra lavable y ultra resistente de Jotún.
4. El cambiador
¡Y pensar que yo quería criar sin él! Lleva casi 5 años en casa y no hemos dejado de usarlo nunca. Empezó siendo cambiador hasta los 2 años de mi bichilla. Posteriormente, pasó a ser una estantería en su dormitorio, hasta que al saber del embarazo de mi churumbelito, lo quitamos de ahí y lo instalamos en el vestidor, a la espera de volver a ser cambiador. Hoy, sigue cumpliendo con esa función, porque hasta que no superemos la operación pañal, no estamos por la labor de deslomarnos cambiando pañales en las bajuras. Cuando dentro de un año o año y medio ya no lo necesitemos, veremos si se queda como estantería o si lo retiramos definitivamente de la circulación. De hecho, la idea inicial era haber tenido solo cama, armario y la estantería a ras de suelo. ¡Ni siquiera nos acordamos del cambiador! Pero ya que está aquí y que ha quedado un buen espacio, lo conservaremos.
5. Sin mesita de noche, ni escritorio, ni silla… ¿Para qué?
La ropa interior del niño cabe de sobra en el armario. La estantería horizontal en el suelo le sirve de mesita de noche. Este niño no se suele sentar y en caso de que lo haga, tiene el sofá de su hermana, su silla… Así es que en cuanto yo note que es capaz de sentarse un segundo para mantener una actividad de concentración ¡saldré corriendo a comprarle su propia silla! No vaya a ser que se mueva más de la cuenta sólo por no tener dónde aposentar el culo. Por ahora, no lo necesita, y siempre son opciones que se pueden agregar en el futuro, pedir para cumpleaños, navidades… Tampoco hace falta comprarlo todo de golpe.
Lo mejor de gastar poco dinero es que, excepto en la cama, que debería durar muchos años, el resto no nos va a dar pereza ir modificándolo según las necesidades del niño. Incluso por modas, o cuestiones estéticas, la inversión realizada ha sido tan pequeña que no no va a quitar el sueño tener que recurrir a otra de repente. La alfombra la hemos reutilizado del rincón navideño del año pasado y hemos puesto 2 cuadros súper low cost que ya os expliqué en un post anterior. Y sin embargo ¡estamos encantados con el resultado! ¿Vosotros instalasteis de golpe hasta el último detalle de la habitación de los niños? ¿O también pensasteis que cuantas menos cosas, mejor para la libre circulación?
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