Son un básico. Como las cortinas del salón, vamos. Un dormitorio con las ventanas sin vestir es un dormitorio incompleto. Y en esta estancia aún con más razón. Ahí donde la intimidad es tan primordial como garantizar un buen descanso y una agradable sensación de armonía. Las cortinas regulan la luz, ayudan en el ahorro energético (absorben exceso de calor y frío), aíslan del ruido y dan calidez y empaque a un dormitorio. Al elegirlas, aparte de un bonito efecto, deberás pensar en si te gusta que la luz se cuele por las mañanas o, en cambio, prefieres que no entre ni un rayo de sol.
Cabecero de terciopelo y alfombra de lana, en Nacho de la Vega.
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